Los lavaderos de nuestros pueblos han sido de muchísima
importancia hasta la segunda mitad del S. XX, ya que nuestras madres, abuelas y
sus antecesoras igual que ellas, tenían que ir frecuentemente a lavar la ropa a
estos lugares.
Anterior a la construcción de los lavaderos habría que
acercarse al rio para hacer lo mismo, pero el rio era un lugar más incomodo, y
no siempre tenía la misma cantidad de agua, además era un lugar al descubierto,
a merced de las inclemencias del tiempo.
En Espinosa de los Monteros, conozco al menos dos
lavaderos construidos para tal fin, el de Gallemo y el de Fuentezancos. El
primero situado en el lugar llamado así, es un edificio tejado y con una puerta
de acceso al Este. Hacia el Sur, presenta tres grandes arcos que hacen la
función de grandes ventanales y permiten la entrada de luz (Hoy en día es un
lugar muy fotogénico, ya que desde aquí se puede ver parte del casco de
Espinosa con la Torre de los Cubos en primer plano y al fondo la Peña de
Bedón).
En
el dintel de la puerta principal hay una inscripción que dice:
“AÑO
DE 1879
SE
HIZO ESTA OBRA
SIENDO
ALCALDE
D.
NORBERTO SOLANA”
D.
Norberto Solana es el mismo que reconstruyo el Ayuntamiento de Espinosa de los
Monteros en la misma época.
El
segundo lavadero estaba en la zona denominada Fuentezancos, junto al Rio Trueba
y en el Barrio de Berrueza, debajo del telar de velas para navíos. Este
lavadero estuvo en pie hasta los años 50-60 al menos. Pero según cuentan “Se lo
llevo el rio”. Tenía aproximadamente la misma estructura que el de Gallemo y
sus arcos miraban hacia el rio. No tengo datos, pero es muy probable que
también lo construyera el Señor Solana.
Aunque
esos sean los lavaderos “Oficiales” también sabemos que se seguía lavando en
algunos lugares del rio, como entre la presa y el Puente Ilustre. A principios
del S. XX se lavaba allí la lana. Y había otro lugar en el Barrio de
Quintanilla por el que pasaba un arroyo (que ahora no recuerdo su nombre) y que
atravesaba convenientemente canalizado las calles del Barrio, pasando por
delante del Palacio de los Marqueses de las Cuevas. En algunos lugares había
unas losas tapando el canal y otras inclinadas que servían para frotar la ropa.